A lo largo y ancho de México, se encuentra un tesoro artístico que cuenta la historia, cultura y luchas del pueblo: los murales. Estas magníficas obras, han dejado una huella imborrable en la identidad mexicana. Y cuando hablamos de pintura e historia, tenemos que mencionar al icónico pintor Diego Rivera.
Reconocido como uno de los muralistas más importantes del siglo XX, dejó su marca en todo el país. Su habilidad para plasmar la realidad social y política a través de sus pinturas es extraordinaria. Sus murales se encuentran dispersos en diversos lugares, desde museos hasta edificios públicos y cada uno de ellos es una ventana al pasado.
“Cuando se entiendan las fuerzas del universo, no habrá ninguna razón para inventar dioses.”
Si nos adentramos en el tema de las piezas más famosas de México, encontraremos “El hombre controlador del universo” también conocido como “El hombre en el cruce de caminos” en el Palacio de Bellas Artes. Este mural representa la poderosa lucha entre la tecnología y la humanidad.
Otra obra icónica de Diego Rivera es “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central“, ubicado en el Museo Mural Diego Rivera en la Ciudad de México. Esta colorida pieza de arte presenta una mezcla de personajes históricos y de la vida cotidiana y se ha convertido en una verdadera joya artística. Podrás observar la famosa catrina, Frida Kahlo, Benito Juárez, Sor Juana Inés de la Cruz y más.
“La felicidad suprema del vivir es el amor en todas sus formas.”
Ahora, si nos desplazamos hacia el hermoso puerto de Acapulco, no podemos pasar por alto la visión artística que tuvo el pintor. Una de las obras de arte más importantes y las últimas antes de que falleciera se encuentra aquí. Situado en el exterior de la conocida “Casa de los Vientos” de Dolores Olmedo, este mural hecho de mosaicos, piedras y conchas de mar, da vida a la Serpiente Emplumada Quetzalcóatl.
“Yo me he dado cuenta que lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, ha sido mi amor por Frida.”
En su estancia en Acapulco, Diego pintó “La Quebrada” inspirada en el famoso acantilado. Esta obra fue dedicada a Frida Kahlo pocos años después de su muerte. El pintor plasmó el amor que tenía por el puerto, ya que, aquí vivió entre 1956 y 1957 en casa de su amiga Dolores Olmedo.
Los murales de Diego Rivera han dejado una huella imborrable en la historia del arte. Cada pieza cuenta una historia única y nos sumerge en la riqueza cultural de México. Y en Acapulco, el mural es testigo de la belleza local.
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